Sarlo, Evita y una mirada dubitativa sobre la violencia política en la Argentina






¿Cuál es el origen de la singularidad política de la personalidad femenina más relevante de la historia de los argentinos? ¿cómo se origina y disemina la discursividad atrapada en un cuerpo? Estas preguntas son constitutivas de La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato de Aramburu, ensayo en que Beatriz Sarlo hace un repaso de importantes sucesos de la cultura política argentina través del prisma de la figura siempre convocante de María Eva Duarte.

Sarlo bucea en los orígenes de la actriz de frustrada carrera, apelando a veces a la caracterización farandulesca, y la sed de independencia de una joven provinciana en el sueño de la actuación hasta la conversión futura de la Abanderada de los Humildes. La excepcionalidad de la figura de Eva, inherente a la no convencionalidad de poses y glamour, y la astucia de los sublevados de 1943 en relacionarse con empresarios de medios y estrellas de la industria del entretenimiento habrían facilitado su encuentro con Juan Domingo Perón. De este modo, Eva habría encontrado un nuevo espacio de realización, permitiendo la emersión de sus sentimientos desbordantes, su reconstrucción personal bajo su función política tenaz e incansable, un descubrimiento de su excepcionalidad oculta. Lograda la adhesión popular, siendo vendida en plena labor por el cáncer, su figura se convierte en una figura de veneración para los sectores que el peronismo comienza a movilizar. Con el derrocamiento del gobierno peronista en 1955, los sectores prescriptivos generan una matanza a través de bombardeos en el acto de conquista del poder, y los fusilamientos innecesarios de grupos de resistencia y el ocultamiento del cadáver serán hitos que ahondarán el compromiso del peronismo en resistencia y viabilizarán el arribo a la política de grupos juveniles que verán en la democracia popular peronista la vía necesaria para la constitución de un país socialista.

Entre la pasión política de Eva y la representación de un peronismo revolucionario a través de Montoneros, con la ejecución de Pedro Eugenio Aramburu como hecho redundante, Sarlo introduce la ficción literaria bajo una suerte de metáfora de la violencia, para lo cual cita al personaje de Colomba, de la obra homónima de Próspero Merimeé, en su insistencia a mantener la tradicional reparación de la venganza por sobre la justicia institucional. Párrafos delante, la autora alude a la relación entre coraje y muerte, que liga a una (supuesta) tradición rioplatense del área rural y a la explicación que Borges habría encontrado caracteristícos de la identidad argentina: el rechazo a las instituciones y la persistencia en sostener la “barbárica” costumbre del poder originado en la fuerza personal y en la resolución de los conflictos sociales y políticos por el empleo de la violencia.

La autora realiza una buena síntesis sobre la vida política argentina, sin menoscabo de detalles frívolos y la visibilización de elementos superficiales. Los aspectos más conflictivos quizás deban asociarse hacia las conclusiones que subyacen a la obra.



¿Hay relación entre la violencia política
del siglo XIX y la del siglo XX?


La trama narrativa de Sarlo, entretenida, analítica y en ocasiones repetitiva, construye un discurso cuyo eje pareciera una incógnita lanzada al lector: ¿entender la historia argentina como tragedia? ¿las huellas barbáricas de la subversión argentina? ¿la falsa pretensión de humanismo, dada en el empleo de la violencia de las organizaciones armadas? ¿las motivaciones originadas por el cruel apropiamiento de un cuerpo repleto de significados convocantes? Analizando el período en cuestión, la ejecución de Aramburu como final debía implicar, en el contexto de la tragedia, el acto reparatorio que anuncia la llegada de un nuevo orden justo; pese a ello, el destino de los miembros de la organización en años próximos será la clandestinidad, la reclusión, la tortura y el exterminio. ¿Acaso la circularidad, la permanente repetición de la venganza? El aspecto fundamental que Sarlo no precisa es el origen de la violencia y su entrecruzamiento con decisiones corporativas clasistas fundadas en acciones de coerción, expansión, continuación de la acumulación originaria del capital, persecución y disciplinamiento de trabajadores y limitación violenta de las democracias populares, que explicarían en gran medida la tenacidad del capital en imponer relato y determinaciones: en la especificidad de los hechos, en que la violencia es legitimada por las instituciones de forma permanente, pueden hallarse buena parte de los elementos facilitadores de una violencia antagónica tan legítima en sus fundamentos como la que ejercen los entonces apropiadores del Estado.




Sarlo, Beatriz (2003) La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato de Aramburu, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, ISBN 987- 1105-39-8.

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