La política en el mundo bipolar. "La alternativa del diablo", de Frederick Forsyth (1era. parte)

FORSYTH, FREDERICK. (1979) La alternativa del diablo (tit. orig.: The devil´s alternative), Plaza y Janés, Bogotá, 1979, traducción de J. Ferrer Aleu.
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Nacido en 1938 en Ascroft, Reino Unido, Frederick
Forsyth se ha desempeñado como periodista en las agencias Reuters y BBC en la
cobertura de sucesos internacionales. Pero ha sido con sus novelas políticas
que Forsyth ha alcanzado el lugar de uno de los más importantes best sellers
del sigo XX. Sus novelas acreditan erudición y sagacidad suficientes como para
delimitar la continuidad histórica de los escenarios y reconocer las hipótesis
de conflicto reales que posibilitan el desenvolvimiento de la ficción política.
En esta trama de enredos que Forsyth publicó en 1979 (sexta
novela) es descripta la complejidad del mundo bipolar sin ningún reparo en la
intervención de la razón de Estado en la ejecución de decisiones de ambos bloques,
donde conservación y honor del Estado encuentran un mismo hilo conductor.
Acaso, tal como sostiene el artículo biográfico de Wikipedia sobre el autor,
"su visión moral es dura: el mundo está compuesto de depredadores y presas
y solamente los fuertes sobreviven". Revisemos.
La cuestión de Ucrania
Históricamente, Ucrania había sido poblada por los
pueblos del rus, quienes fundaron la ciudad de Kiev. Si la disputa
geopolítica de las fronteras nacionales e ideológicas había sumido a ruinas a
Ucrania durante los inicios de la década del 20´, la posterior lucha contra la
hambruna había comprometido a la Unión Soviética a importantes compromisos en
dotar de servicios y bienes esenciales. Sin embargo, el proyecto de
industrialización soviética, que implicó la intensificación de la producción
agrícola a los fines de proveer un mayor financiamiento, limitó la provisión del grano a las granjas
que hubiesen logrado el aporte de la cuota de producción establecida reapareció
el problema de la hambruna, dejando como saldo millones de muertos. La
rusificación implicó además la persecución a los núcleos nacionalistas,
reticentes al rol subalterno de la Ucrania soviética.
No obstante, hacia la década del 50’ a Ucrania le habían sido
reconocidas su fidelidad a la Unión Soviética durante la Segunda Guerra
Mundial, sus ciudadanos habían alcanzado reconocimiento de líderes influyentes
en la unión, había alcanzado un importante desarrollo industrial y se destacaba
como polo científico-tecnológico. El granero se había convertido en joya.
En la novela, el anglo-ucraniano Andrew Drake (Andriy
Drach), devenido en su alter ego Svoboda (‘libertad’, en ucraniano) planea la
liberación de Ucrania presionando a las potencias occidentales para que
intercedan a favor de sus demandas. Para ello, decide mostrar la vulnerabilidad
del poder soviético al eliminar en Ucrania al jefe de la KGB Yuri Ivanenko,
pergeñando la rebelión de otras repúblicas soviéticas descontentas. Su problema
surge cuando en el avión de Alemania Occidental, tomado por los extremistas, es
asesinado accidentalmente uno de los pilotos. La respuesta de Drake es la
captura del barco Freiya un petrolero gigante, y con ello la amenaza de un derrame completo
de crudo en el Mar del Norte y el asesinato de todos los rehenes si los
miembros de la causa no son enviados a Israel, lo que instala la tensión
internacional.
La hostilidad ucraniana hacia el ruso ya contaba
entonces con antecedentes históricos relevantes. Cuando el ultraderechista
Stepan Bandera visibilizó la marcha destructiva del ejército zarista en su
ciudad durante la Primera Guerra Mundial, Ucrania había perdido su significado
de cuna de la civilización rusa y se iba consolidando en sectores civiles un
proyecto nacionalista. Será en 1942 cuando el Ejército Insurgente Ucraniano (Ukrains'ka Povstans'ka Armiia), brazo
armado de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, trazará una estrategia
ecléctica: con los colaboradores nazis asumirá el colaboracionismo y compartirá
el antisemitismo, pero persistirá en la conformación de un Estado ucraniano
independiente del régimen nazi. Similar posicionamiento mantendrá el Ejército
de Liberación Ukraniano (Ukrainske
Vyzvolne Vijsko - UVV), al mando de al mando del general
Omelianovych-Pavlenko y el coronel Kryzhaniwsky Petro, quiénes agregaran a su
uniforme de milicias nazis distintivos nacionales.
La reacción soviética frente al asesinato de Ivanenko
está dirigida a ejecutar una pena ejemplificadora ante la constatación de su
propia vulnerabilidad y, frente al acuerdo de ralentizar la carrera
armamentista, modifica los términos del
intercambio solicitando la entrega de los extremistas. Washington debe decidir:
1) ceder, asumiendo debilidad y falta de confianza de sus aliados occidentales
o 2) no ceder, cancelar el acuerdo comercial, permitir el acceso del sector
duro al poder y la renovación soviética de la carrera de armamentos.
Sin embargo y volviendo a la novela, la gama de
decisiones habilita opciones menos pulcras. La solución al conflicto de los
extremistas ucranianos no será transparente ni en el marco del Estado de
Derecho: los recluidos en Alemania morirán en Israel tras ser envenenados en
Alemania, en tanto que Drake será ultimado en su escape bajo torpedos de la
OTAN. En este desenlace, el autor
combina el sentido de la realpolitik
(o “ética de las responsabilidades”, en la apropiación neoconservadora de las
palabras de Max Weber, ya vueltas hartante eufemismo) y el cinismo propio de
las decisiones estatales en las relaciones internacionales.
Así, la apuesta del metódico y disciplinado Svoboda es
anulada por su propia ingenuidad, que desarticula su plan al evidenciarse el desinterés de
Occidente en la causa ucraniana, cuando más que apelar a la
solidaridad de las principales democracias liberales ha interpelado a la pericia
defensiva del modelo militar-capitalista en el sostenimiento de un status quo donde no resultan vencedores
quienes dividen a sus rivales ni el poder de las alianzas leales sino sólo aquellos que,
detentando un poder hegemónico inexpugnable, no encuentran limitaciones en su
capacidad decisoria.
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