Canción de Hielo y Fuego I: Juego de Tronos


R
Audamente, el autor nos advierte de las convulsiones oscuras que habitan en el interior del volumen.
En esta oportunidad, George R.R. Martin no nos presenta apariciones inexplicables, sino que el terror deviene de las entrañas de lo humano, donde la fragilidad de las relaciones interpersonales mediadas por el deseo de dominación alertan de una posible transmutación de máscaras que dan afirmación a un destino trágico.


Dicen que en los detalles está el demonio.
Un libro tan largo como este tiene muchísimos demonios, y hay que estar alerta para no caer en sus garras. Por suerte yo, conozco a muchísimos ángeles. (p. 10)”


Posiblemente concebida como proyecto televisivo, en esta entrega la saga se estructuran en las aventuras de Bran, Catelyn, Jon, Eddard y Arya, de la casa Stark, junto con Daenerys, de la casa Targaryen, y el desafortunado Tyrion, de la poderosa casa Lannister, las cuales pueden traducirse con facilidad en situaciones personales arquetípicas. Al mismo tiempo, el desafío de una niña que debe transformar ingenuidad en inteligencia, las ambiciones de una familia de magnates del oro, la construcción de identidad de un bastardo orgulloso y el desafío de sobrevivir con dignidad de un sagaz enano vertebran el comienzo de una historia que recoge indagaciones infanto-juveniles del escenario mágico de la narrativa medieval cristiana, revelando  acertados clivajes propios de tópicos humanos recurrentes. Pese a la divulgación evidente que la producción de HBO consolidó mediante la setrie, de acuerdo al artículo de la enciclopedia virtual Ecu red  la novela fue distinguida como la mejor de su clase en los premios Locus (1997) e Ignotus (2003), siendo nominada por el mismo rubro por World Fantasy y Nebula en 1997, aspectos que disipan la posibilidad de que creador y creación estén invadidos por un aura de éxito repentino.

Cuando se revisa la estilística del texto traducido surge un sentimiento contradictorio: se presentan descripciones precisas de los escenarios mientras que un lenguaje llano escasamente poético impide una elevación literaria que haga de la obra una novela destacable. Para quienes ya hemos transitado la serie televisiva, el texto se desataca como un fabuloso complemento para atar cabos acerca de frases y comportamientos de los protagonistas, ofreciendo además descripciones fascinantes de la caracterización de personajes, casas nobiliarias, costumbres societarias y lugares. Pese a las debilidades que hemos señalado, la calidad del argumento nos introduce en una buena historia, siendo los diálogos atractivos,  abundantes y prolijamente construidos, donde los personajes sinceran intenciones, miedos, ambiciones o el propio desconsuelo. La complejidad decisional que ciñe a los investidos del poder de gobernar oscila entre la “razón del reino” que conlleva la responsabilidad de bregar por el bien común junto con la más imperiosa necesidad de sobrevivir a las conspiraciones que se elucubran en las sombras.

La predilección de Martin por la familia Stark en este inicio de la saga expone un deleite cruel, e incluso escéptico, del autor sobre el ejercicio del poder, en que las virtudes del honor deben equilibrarse con las virtudes políticas cuando la preservación del poder (y, por supuesto, de la propia vida) lo exige. Esta caída inicial, que acaso amerite la melodía epopéyica y melancólica que caracteriza el opening de la serie advierte de los códigos políticos flexibles e implacables que portan sus protagonistas. El desafío del orden social no convoca ya al príncipe sujeto a un sentido incólume de piedad sino a aquel capaz de las intuiciones menos erráticas al determinar su voluntad de ser un decisor público.

La abundancia de dilemas, donde se explicitan apreciaciones filosóficas y morales, advierten de la calidad de Juego de Tronos como ficción política compleja excelentemente articulada. El autor, en un hábil juego literario, trastoca el imaginario de un cuento de hadas adulterado a una pesadilla pseudo-medieval de egos insaciables con prácticas foucaultianas del poder. Se determinará con ello un principio que guía la saga de aquí en más: voluntad no es destino.




ALGUNAS ANOTACIONES RESPECTO DE LA SERIE.
§  Los sacerdotes de Ashai son mencionados tempranamente en el libro cuando Illyrio Mopatis presenta a Viserys Targaryen al jede dothraki Khal Drogo.
§  No es en el asedio al Castillo Rojo (segunda temporada) donde originalmente Sandor Clegane expresa su cuestionamiento a los valores de las familias nobles de los Siete Reinos sino al finalizar el Torneo de la Mano del Rey, cuando escolta a Sansa Stark hasta el castillo.
§  En el libro,  como secuela de la lesión infligida por su hermano Gregor, Sandor Clegane queda tiene expuesta su calavera en el rostro.
§  Uno de las modificaciones más notorias es la descripción de los dothraki, austeros y despojados en la serie televisiva, pero ávidos de pompa en el libro. Allí se describe a los hombres de Drogo como portadores de lujosas túnicas y distintivos de piedras preciosas en manos, cabellos y vestimentas.
§  Tras la muerte del rey Robert, los pensamientos de Eddard Stark permiten al lector caracterizar a Stannis Baratheon, entonces el frío y tenaz legítimo sucesor.

§  En el capítulo 10  de la primera temporada (“Fuego y sangre”), cuando Robb Stark es nombrado por sus vasallos como “Rey en el Norte” se aprecia a una mujer sonriente entre los jefes guerreros. De acuerdo a las palabras del Lord Comandante Jeor Mormont a Jon Snow tras su intento de deserción de la Guardia de la Noche, podría tratarse de su hermana Maege, gobernante de la Isla del Oso dotada de la capacidad militar femenina que honra a la familia.


Martin, George R.R. (1996) Canción de Hielo y Fuego I. Juego de Tronos (tit. orig.: Song of Ice and Fire: A Game of Thrones), Plaza & Janés, Buenos Aires, 2012, traducción de Cristina Macía, Adela Ibañez y Natalia Cervera, 795 págs.

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