La disputa por el espacio. Reseña de (2006) Introducción a la geografía



Chiozza, Elena Margarita y Carballo, Cristina Teresa. (2006) Introducción a la geografía, Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, 2006.

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Ras el fracaso indisimulable de la invasión angloestadounidense a Afganistán e Irak, el repudio a la política exterior de la potencia hegemónica ha tenido por consecuencia la necesidad de nuevas indagaciones geoestratégicas ante la evidencia de decisiones que, ceñidas a intereses de plutocracia y a una razón imperial de Estado, no encuentran justificación moral convincente. En este contexto es que Chiozza y Carballo proponen recuperar un enfoque político en la enseñanza de la geografía, que contemple al factor humano como agente principal de las transformaciones espaciales y de los procesos sociales que operan cobre un territorio.
En el “Capítulo I. Espacio geográfico y sociedades”, los autores recorren el significado histórico del reconocimiento del espacio geográfico, su evolución cronológica y su importancia para la reproducción de la vida social de grupos culturales determinados. Es que, en un sentido realista, “Toda vida social necesita de los conocimientos geográficos y se afianza en ellos: necesita conocer los recursos existentes, apropiarlos, explotarlos y organizarlos” (p. 14). El conocimiento geográfico se instala así en el lenguaje, y de una identificación al objeto conocido que se extiende incluso a una representación. El objeto asume características propias, es individualizado, operando un proceso de apropiación y de  creación de dispositivos de interacción hacia otros.
La propuesta de un marco de análisis de la interacción entre sociedad y territorio bajo los parámetros conceptuales inherentes a  los procesos de la Modernidad capitalista es profundizada en el “Capitulo II. La organización del espacio geográfico”. Accesibilidad del transporte, fertilidad de los suelos, provisión de agua potable e industrialización son apenas algunos conceptos que constituyen variables de influencia decisiva sobre una región administrativa imprimiendo un rol específico dentro del funcionamiento sistémico de una jurisdicción gubernamental mayor. Se establece de este modo una relación inescindible entre las necesidades/intereses de Estado y la función estratégica que asumen los espacios geográficos, de lo que resulta una transformación permanente del paisaje. Un segundo aspecto que es preciso considerar es la configuración del espacio mundial como un espacio de ideas, es decir, de maneras de ver y entender la realidad que se introducen en el paisaje geográfico. La importancia económica y política del territorio, resultante de la capacidad gubernamental, el poderío militar o el crecimiento económico, por citar algunos factores de poder, ubicarán –de acuerdo a Max Sorre- a territorio en “espacios centrales” o en “espacios derivados”.
El “Capítulo III. El análisis del presente” las autoras advierten, continuando el sentido anterior,  de la importancia de observar las transformaciones que las sociedades realizan sobre sus territorios, consolidadas en la interdependencia inherente a los procesos de globalización. El espacio geográfico queda condicionada a las relaciones extraterritoriales entre grupos humanos (por caso, la transmisión de técnicas) o su relación concreta de acuerdo a su función (de residencia productiva, de residencia de poder, mítico-histórico). No sólo se incorpora en su utilidad práctica, sino también en su representación simbólica.
Bajo el afianzamiento del capitalismo global, las sociedades y su hábitat se hallan condicionadas por las decisiones políticas y un marco de desigualdad de poder. La conformación de un modelo productivo, en tanto organizador de la población, y las concepciones adquiridas por administradores y productores derivan en mediaciones específicas frente a la naturaleza. Al mismo tiempo, el proceso de globalización instala una “geografía de la totalidad” y una mundialización de la economía ante las cuales los impactos de un entretejido sistémico son inevitables. Desde el derrumbamiento del paradigma del mundo bipolar, el mundo necesita ser interpretado desde nuevas perspectivas. De este modo, la “globalización económica y cambios políticos”, la “urbanización creciente”, “el mundo en el año 2000” (la dislocación de los ideológico respecto de los bloques económicos), los “movimientos migratorios y la metropolización” y “el debilitamiento del Estado” son algunos de los ejes que comienzan a adquirir relevancia.
En el “Epílogo. El mundo actual: un mapa inestable” presenta como reflexiones finales la prioridad que adquieren los impactos del modelo socioeconómico imperante: es el caso de una “geografía de los cambios planetarios”, una “geografía de flujos y circulación” y una “geografía del terrorismo y del petróleo”, acaso el reconocimiento de una agudización del consumo (y de la proyección de escasez) de recursos naturales.
  

La obra resulta sumamente previsora dado que aún no se habían producido los episodios de Osetia del Sur y la crisis de Crimea que devolvieron el protagonismo de Rusia, ni tampoco había estallado la crisis financiera internacional por las hipotecas subprime. Sin embargo, recorre tópicos sumamente recomendables para entender artículos y sucesos para una mayor comprensión de un mundo en creciente complejidad.

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