Un sujeto latinoamericano para la ruptura antineoliberal. Reseña de (1996) América latina. De la globalización a la revolución, de James Petras
PETRAS, JAMES. (1996) América latina. De la globalización a la
revolución, Homo Sapiens Ediciones, serie “Paradigmas y debates” dirigida
por Alberto J. Pla, Rosario, 1996, traducción de Arturo Firpo (traducción de Imperialism an Ong en América Latina)
por Stephen Hasam, ISBN 950-808-259-3.
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L capital trasnacional ha definido una estrategia de reducción
de costos a nivel global. Los Estados, dominados por las élites tecnocráticas
neoliberales, aceptan la lógica de dominación interpretando la necesidad de una
reducción del valor de los costos de producción para posibilitar el crecimiento
de la economía y encauzar el cumplimiento del asedio permanente de las
instituciones financieras internacionales (IFI) a través de la deuda
externa. En este cuadro de situación, la
reducción del gasto público, la aceptación estatal de los despidos y las
privatizaciones de los recursos estratégicos generan un nuevo relacionamiento
entre Estado y sociedad civil. América Latina se haya obligada a encontrar una
respuesta a la creciente desintegración
social. La pregunta implícita, el qué
hacer, atraviesa el razonamiento de los grupos conscientes de la acción
disciplinadora y vulnerabilizante del Estado, induciendo a la necesidad de una
defensa clasista frente al deterioro permanente de las condiciones de
existencia.
James Petras, analista político de fuste, activista e
investigador de las respuestas antineoliberales de los pueblos, realiza un
diagnóstico sobre el presente del neoliberalismo en 1996.
La imposición de las nuevas reglas de reordenamiento social
implican un “nuevo autoritarismo”, en que las decisiones gubernamentales
contradicen las promesas electorales llevadas adelante por las administraciones
socialdemócratas y populistas, que asumen el compromiso de las austeridad
neoliberal y el ajuste estructural. La desilusión ciudadana y la oposición a
las políticas de daño social, en consecuencia, otorgan a los gobiernos elegidos
una situación de pseudolegitimidad.
Siendo desestimada la capacidad política de la izquierda
partidaria para inducir a los cambios, la visión de la obra enfoca la potencialidad
del movimiento colectivo organizado, la “izquierda social”. Con probada
organización, movilización y sumatoria de adeptos, estas fuerzas cargan particularidades
latinoamericanas que definen un perfil socialista con rasgos ideológicos
pre-hispánicos, donde los valores ancestrales son exaltados siendo definida una
búsqueda de solidaridad, cooperación y complementariedad entre los sectores
vulnerados. Al conflicto de clases es sumada una afirmación de la identidad
étnica, siendo asumido el discurso de “nación”. Esta lucha tendría exponentes
claros en el movimiento indígena y cocalero de Bolivia y la demanda autonomista
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México. Petras considera
asimismo que estos actores sociales no deberían despreciar una estrategia de
toma del Estado, preparación electoral que sería fundamental de mantenerse una
voluntad real de distribución de los recursos entre la producción y el consumo
de forma distinta a la establecida bajo la política neoliberal de las IFI sobre
los Estados.
La tarea a emprender es asidua: eliminar la cultura del miedo
instalado, juzgar los abusos de los agentes del Estado y minimizar la
manipulación política mediática. Estos avances requieren del aumento del
control de los medios de producción, identificar las características de la
explotación de clase, rechazar ideologías de homogenización social y fortalecer
la unidad en la perspectiva de la lucha a dar.
A juzgar por el contenido del texto, las observaciones de Petras
son premonitorias de reformulaciones en la dirección de los Estados durante la
próxima década. El ascenso de Evo
Morales en Bolivia como presidente de la Nación (2005) y la creación de la
Constitución del Estado Plurinacional (2009) imprimen la consolidación de la
agenda indígena en América Latina y otorgan al movimiento campesino y pueblos
originarios el lugar de sujetos políticos del proceso en curso. Distinta, por
el contrario, ha sido la trayectoria del EZLN, replegado al autogobierno de los
caracoles frente al estallido popular ante la náusea del régimen narcopolítico,
quizás una estrategia para una multiplicación del movimiento organizado y la
formación de nuevas identidades que confluyan a futuro para fortalecer la
resistencia al capitalismo terrorista mexicano.
Con 18 años transcurridos, al momento de realizarse esta reseña el libro de Petras rememora las
instancias de las luchas populares antineoliberales y recuerda que, pese al
entusiasmo retórico de programas y producciones ideológicas, el actor principal
de la resistencia a la degradación ambiental y comunitarias ha sido la
respuesta del pueblo organizado.
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